EL OÍDO. FORMACIÓN Y ESTIMULACIÓN. VIDA ATENTA.
A partir de las 13 semanas el feto empieza desarrollar el oído. Este sentido es el más importante, pues aunque sólo la vista es superior, dentro del vientre de la madre está todo tan oscuro que la vista tendrá que esperar a nacer para desarrollarse.
Por tanto, la interpretación que se comienza a realizar de todo aquello que le rodea comienza en el oído.
El feto comienza a escuchar sus gorgogeos, los sonidos internos, como el torrente del fluido sanguineo, aprende RITMO escuchando los latidos de su corazón y los de la madre, ambos a velocidades diferentes (el feto tiene un frecuencia cardiaca doble a la de la madre). Por tanto, hay un constante pulso que conoce. En este ambiente rítmico él interviene con su sonido al chapotear en el líquido en el que se encuentra sumergido. Pero el feto también escucha sonidos externos, voces y ruidos del mundo para el que se está preparando. Hay un sonido diferente a todos: LA VOZ MATERNA. Ésta es recibida con una resonancia diferente al resto, lo que sin duda, favorece a la estrecha relación que se establece entre madre e hijo.
¿CÓMO ESCUCHA EL FETO LAS VOCES EXTERNAS?
Se sabe que los sonidos graves son los que más escucha, mientras que los agudos se amortiguan más.
También que en las frases que escucha se pierden las consonantes, tienen preferencia las vocales . Esto es muy importante porque el resultado es que escuchan algo muy parecido a lo que es una MELODIA.
Así tiene que ser porque cuando el bebé nace y comienza a aprender todo el largo proceso de comunicación con el mundo exterior, prefiere oír canciones, prefiere el tono semientonado con el que los mayores nos dirigimos a ellos para facilitarle la comprensión de los gestos, de los sentimientos y de las emociones.
Será mucho después, con la adquisición del lenguaje hablado, cuando esta preferencia musical se pueda ir perdiendo o manteniendo, según la estimulación que se realice.
Podemos decir que desde el mismo momento en que somos concebidos somos seres preferentemente MUSICALES.
Hay una gran distancia entre oír y escuchar; escuchar es prestar atención a lo que se oye. Oír, oyen todos los que tienen el oído desarrollado.
El oído medio es un músculo que se puede entrenar.
"Existen dos músculos asociados a los huesecillos del oído que amortiguan y revisten los movimientos de los huesecillos del oído. Estos músculos son:
- El músculo del estribo.
- El músculo de tímpano.
El músculo tensor del tímpano, junto con otros ligamentos y tensores, atrae constantemente hacia adentro el mango del martillo. Gracias a este músculo, y junto con la ayuda de otro músculo en contacto con la cabeza del estribo, el músculo del estribo, se mueve la cadena de huesecillos y proveen de tensión a la membrana timpánica, permitiendo que las vibraciones sonoras en cualquier porción del tímpano sean transmitidas al martillo.
Los músculos se activan en forma refleja ante los sonidos (60 a 80 decibelios) y aparentemente por algunos otros estímulos sensoriales; el tiempo de reacción de este reflejo es de aproximadamente 10 milésimas de segundo, lo que significa que, ante sonidos de gran intensidad e igual o menor duración, los músculos tensores no alcanzan a reaccionar y por ende proteger a la cóclea, causando la fatiga de dichos músculos y un potencial peligro de pérdida auditiva."
¿COMO PODEMOS ENTRENAR UN MÚSCULO?
Es fácil: tensando y relajando estos músculos en los bebés obtendremos la gimnasia deseada.
Sorprendiendo al cerebro ante timbres, intensidades, alturas y duraciones de diferentes sonidos.
Los animales como giran sus orejas para mantener la atención y mantenerse alerta frente a un estímulo externo, imaginemos que algo así ocurre con nuestro oído.
Un niño que no está atento es un niño que muestra hipotonía en su oído, incluso esa hipotonía se puede ver en las facciones de cara. Todos tenemos en nuestra imaginación el gesto de un niño en "babia": boca abierta, cabizbajo. Efectivamente, muestra flacidez en los músculos de toda su cara.
¡La música y los parámetros del sonido en general pueden sorprender al cerebro manteniéndolo alerta, trabajando por tanto la atención. Con la música se trabaja esta musculatura!.
MELODIA. PROTOCONVERSACIÓN: Estimulación al lenguaje, estimulación desde una canción.
Cantar una pequeña y breve melodía al bebé, mirarle a los ojos, manteniendo la mirada, gesticulando para hacer más entendible la emoción, con espacios en silencio para establecer los turnos, SU TURNO, mediante sus pequeños balbuceos, gritos y gorgoteos etc. estará interviniendo en esta pequeña PROTOCONVERSACIÓN.
RITMO. Estimulación a la expresión corporal.
Basta tomar al bebé en brazos y danzar con él al ritmo emocional que queramos trabajar, buscar música que se ajuste a nuestro objetivo y ya está todo preparado. En esta fase iremos incorporando poco a poco instrumentos de pequeña percusión con los que mejorar la motricidad del bebé.
